Dueños y mascotas comparten la obesidad
28/01/2019
La mala alimentación y la falta de ejercicio son las razones.
Como cada año, enero viene cargado de nuevos propósitos: apuntarse al gimnasio y no solo pagar la matrícula para no volver a pisarlo hasta el año que viene, mejorar nuestro inglés, ahorrar y, cómo no, el típico de comer más sano y si es posible perder peso. Pero estos propósitos no solo deberíamos planteárnoslos para nosotros mismos, ¿qué hay de nuestras mascotas?
Llevar una vida sedentaria o una mala alimentación no solo nos perjudica a nosotros, sino que nuestros malos hábitos también resultan perjudiciales para nuestros amigos perrunos. Un estudio elaborado por la Facultad de Veterinaria de la Universidad de las Palmas de Gran Canaria en colaboración con el Instituto Canario de metabolismo y nutrición ha revelado que existen cinco veces más probabilidades de que un perro sufra obesidad si su dueño también la padece.
El director de esta investigación es Alberto Montoya, catedrático de medicina animal de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de las Palmas de Gran Canaria. Tal y como explica, «habíamos realizado una investigación sobre la obesidad en humanos y la idea pasaba por llevarla a los animales y descubrir hasta qué punto los hábitos de vida de los dueños influían en los de sus mascotas, y pronto nos dimos cuenta de que existe mucha relación. La genética también tiene algo que ver en que un perro sea obeso o no, porque hay razas más propensas a serlo. Sin embargo, solo un 20% de los casos se debe a razones de esta índole. El 80% restante se debe a lo que nosotros llamamos factores del ambiente: qué come el perro, cuánto come, cuántas horas duerme al día, qué ejercicio hace, cuánto tiempo se le saca a pasear... Es decir, si el animal vive en un entorno familar obesogénico».
Por su parte, Jose Luis Blázquez, veterinario director del Hospital Veterinario OPENVET y especialista en animales de compañía, sostiene que «como dueños, nuestra responsabilidad es la de cuidar por la salud de nuestro compañero peludo y llevarle al veterinario para hacerle una revisión y análisis de sangre. En el caso de falta de ejercicio o mala alimentación, tenemos toda la responsabilidad: ellos hacen lo que nosotros decidimos que hagan o coman. Lo que tenemos que tener muy presente es que un animal obeso no es un animal totalmente sano, tiene mucho mas riesgo de sufrir enfermedades que uno animal en su peso correcto».
Montoya también insiste en el grado de responsabilidad de los propios dueños: «Hay una falta de concienciación total sobre este tema, no vale con sacar a pasear al perro diez minutos y llevarle al veterinario a que le ponga un plan de adelgazamiento cuando notemos síntomas de obesidad. La actitud del dueño tiene que basarse en la constancia, porque las dietas para reducir peso, al igual que la de los humanos, son un proceso con resultados lentos y en los que hay que poner mucho de nuestra parte y tener paciencia». Además señala que uno de los hallazgos más llamativos extraídos del informe es que la mayoría de los perros que sufren obesidad siguen un mismo patrón: «Suelen ser animales que viven con dueños que normalmente pertenecen a la tercera edad y que llevan una vida sedentaria, que no tienen mucha educación nutricional, que les permiten dormir en la misma habitación que ellos, que les dan premios constantemente, y que no son conscientes de que este “exceso de cariño” no les resulta nada favorable, más bien todo lo contrario. Los perros con obesidad viven entre dos años y medio o tres años menos que un perro con un peso saludable y adecuado».
Blázquez asegura que la obesidad en las mascotas es un fenómenos cada vez más frecuente, pero que tiene solución. «Ésta pasa por comprobar en un veterinario que el animal no tiene ninguna enfermedad o alteración que genere esa obesidad, y si no tiene ningún problema de salud, ponerlo en un programa de control de peso en el que se controla la alimentación y el ejercicio. Debemos ser conscientes de que cuando el perro está pidiendo, no siempre solicita comida, sino atención y actividad». Montoya, por su parte, apuesta por el cambio en la actitud de los propios dueños: «Dentro del informe estudiamos cómo los dueños de perros obesos elegían el alimento, y descubrimos que normalmente lo eligen por el color del paquete y el precio,esto es, que la mayoría no se fija en que si es un alimento más o menos calórico, o más nutritivo. La mayoría lo compran por mero capricho».
Ahora ya no tienen excusas, cogan libreta y bolígrafo y añadan a su lista de propósitos de año nuevo cuidar sus hábitos alimenticios, pero también los de su mascota.
La razon